16/11/07

Juicio penal




Un equipo con una banda roja que cruza en su pecho se une en un abrazo en el centro del campo del estadio Monumental.En esa montaña humana es imposible diferenciar sus caras, pero poco importa.Si bien sufrió, festeja el pasaje a la final porque quiere ser el mejor equipo de Sudamérica del segundo semestre, empezar a soñar con enfrentar a Boca por la final de la Recopa y también,¿por qué no?,validar su chapa en la Copa Toyota Libertadores del año que viene.

Pero el color de fondo de la camiseta no es blanco, sino celeste.El humilde Arsenal se encargó de dejar a River con las manos vacías y sumarle otra decepción a su gente.

Parecía todo dado para que el conjunto de Daniel Passarella(a quien le quedan los minutos contados en Nuñez)sea el protagonista de los festejos, ya que sólo debía ganar como local,con un estadio casi colmado.

Pero enfrente había un rival que tenía bien en claro que era lo que tenía que hacer para evitar ser un invitado de lujo en la fiesta ajena. Supo que la mitad de la cancha iba a ser clave y lo batalló con San Martín y Casteglione.Entendió que Belluschi podría desbordar y le encargó a Yacuzzi la tarea de molestarlo,dejando a un lado la tarea ofensiva. Y puso a Biaggini y Calderón por si el juego aereo pudiera darle alegrías.Incluso el ex jugador de Mallorca pudo abrir el marcador con un remate que reventó el travesaño a los 2 minutos.

A ello sumó orden en sus lineas y una actitud para pelear cada balón como si fuera el último y rechazar la pelota con el mismo envión que las sutilezas.

Por su parte, River que sorprendía con la inclusión de Andrés Rios,casi llega al gol con una incursión de Belluschi, que definió cruzado un mano a mano, pero se fue desviado.

No hubo mucho más en el primer tiempo, que se fue con mucha tensión y protestas a Hector Baldassi.

En la segunda etapa, River lo arrinconó con más fuerza que fútbol y desbordó con Rolando Zarate, pero si no chocaba con San Martín o algun central aparecía Cuenca.

El arquero comenzaba a mostrar que iba a entrar en la historia de Arsenal.Y no sólo por atajadas en el juego,sino porque llegaban los tiros desde los 12 pasos.

Y el local pateó, en el arco donde estaba su gente, la misma que se acordaba de fantasmas que ya habían visto en otra época. Y no los alejaron.Belluschi y Lima le cedieron protagonismo a Cuenca, que atajaba uno más que Carrizo, y le tocaba definir.

Lejos de pensar que era el primer arquero de la historia de su club que pateaba un penal y amedrentarse, disparó un remate muy duro. Tan fuerte como el golpe que recibieron los hinchas de River, que se hundieron en un silencio que permitió escuchar como impactaba el balón en la red y como gritaba Sarandí.

Paradojas del presente,los hinchas de Arsenal entendieron que viven un momento único que a sus nietos le van a poder contar, mientras que en un barrio de Capital, hay un entrenador que tiene los días contados

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